Rosa decía que
hace años aspiraba a escribir un gran libro sobre la Humanidad, y que ahora sólo
aspira a la Libertad. Que sólo contando las historias desde dentro, desde los
derrumbes y las miserias, en un viaje al interior de uno mismo, en un canto desgarrado,
somos capaces de aproximarnos a la canción colectiva.
Seguramente Marie, aspirando solo a la Libertad,
marcara un hito en la Historia de la Humanidad.
Seguramente desde sus derrumbes, desde sus miserias, desde sus fantasmas,
lograra alzar la voz en este gran coro del mundo.
#Palabras, #Libertad, #Ligereza,
#Honrar a los padres, #Hacer lo que se espera. Estos y otros lugares comunes
forjan la personalidad de una mujer recia, estoica, perseverante y auténtica.
Sé que a Rosa le gustan las
#Historias de Mujeres, yo prefiero hablar de historias de personas, pero en
este caso la cuestión de género se hace ineludible, y reconozco que me ha producido gran regocijo ver ese par de tetas entre tanto premio Nobel en aquellas
fotos en blanco y negro.
Uno de los grandes
valores de Marie fue que su aspiración sólo a la Ligereza, sólo a la Libertad, le
empujaba a una completa renuncia material. Renunció a patentes y privilegios. Descuidaba
el vestido, se olvidaba de comer, se quedó como el espíritu de la golosina. Porque
¿cómo amar lo material siendo lo sustancial tan enriquecedor?, es como quedarse con el envoltorio del
caramelo. Ella solo ansiaba luchar de sol a sol por engrandecer su nombre y su
laboratorio, por honrar a su marido, por hacer más universales sus méritos, por
crecer desde dentro y no en la forma. Toda una lección en estos tiempos
modernos. Incluso tuvo la oportunidad de llevar a la práctica el conocimiento
adquirido, poniendo en funcionamiento las primeras máquinas de rayos X al pie
de las trincheras de la I Guerra Mundial.
Pierre estaba
debilitado por la radiación acumulada y absorto en sus pensamientos
cuando resbaló bajo la lluvia de abril y fue atropellado por
un coche de caballos. Porque también la muerte es como un chisporroteo
que azota y asola el alma, dejando un campo yermo sobre el que volver a
cultivar. Así, Marie se quedó sola, desgarrada, con una herida abierta en el
alma y otra en los sesos (dicen que besaba los sesos de su marido desparramados
por las aceras). Y así, desde esa
ridícula idea, porque no se explica con las matemáticas, ni con la física, ni
con la química, esa ridícula idea de no volver a verte, esa imposible ecuación
que nadie ha resuelto aún, Marie fue capaz de, como dijo Pierre al conocerla, hacer
de la realidad un sueño, y convertir ese sueño en realidad.
En las últimas
páginas, tan enfrascada me encuentro en la lectura de este pequeño libro, que
salgo del metro con él en la mano, olvidando dentro el resto de mis
pertenencias. A medida que observo cómo se alejan en el vagón, me recorre un
pequeño escalofrío de desnudez. Otro de gozo. Empiezo a sentir, también yo, esa
extraña #Ligereza, esa extraña #Libertad, esa ridícula idea de no volver a
verte. Ahora, siento que soy capaz de amar más. Y solo espero que
sigamos amándonos de esa ridícula forma en todos los rincones
del planeta. Desnudos y sin artificios.
Supongo que
habrá sido el último guiño de los Curie a su joven, absorta y embelesada
lectora.