... y a veces se aprende que los muros también pueden traspasarse, y no sólo la belleza al otro lado, sino tu silueta enmarcada sobre sus paredes.
El muro nos hizo Ser.
domingo, 24 de junio de 2012
jueves, 21 de junio de 2012
Muros
Recuerdo cuando me perdía en un bosque de sauces llorones, cuando trepaba
entre lianas, cuando caía al abismo, cuando pisaba arenas movedizas, me
revolcaba en el lodo y me lavaba las heridas.
Recuerdo cuando surcaba los mares y serpenteaba los arroyos, cuando subía montañas, cuando me dejaba arrastrar por un viento ligero.
Cuando perdía la noción del tiempo. Cuando me construí aquella nave espacial.
Recuerdo cuando la Orbe se encogía y el átomo se expansionaba hasta hacerse inabarcable.
Recuerdo la lluvia, los torrentes, los estanques sucios, de vida concentrada.
Recuerdo cuando subía con carga, cuando bajaba sin freno.
Recuerdo ese camino que era vereda cuando lo estrenaba,
"y que es estepa cuando el sol lo quema,
y que es desierto cuando el sol lo abrasa"...
Ahora ahora no hago más que chocar contra muros.
De materia bien diversa.
A cual más firme.
Será el caucho en los zapatos.
Será el asfalto en las sienes.
O el cemento en el corazón.
Recuerdo cuando surcaba los mares y serpenteaba los arroyos, cuando subía montañas, cuando me dejaba arrastrar por un viento ligero.
Cuando perdía la noción del tiempo. Cuando me construí aquella nave espacial.
Recuerdo cuando la Orbe se encogía y el átomo se expansionaba hasta hacerse inabarcable.
Recuerdo la lluvia, los torrentes, los estanques sucios, de vida concentrada.
Recuerdo cuando subía con carga, cuando bajaba sin freno.
Recuerdo ese camino que era vereda cuando lo estrenaba,
"y que es estepa cuando el sol lo quema,
y que es desierto cuando el sol lo abrasa"...
Ahora ahora no hago más que chocar contra muros.
De materia bien diversa.
A cual más firme.
Será el caucho en los zapatos.
Será el asfalto en las sienes.
O el cemento en el corazón.
martes, 19 de junio de 2012
Universo Íntimo
Estaba sola. Llevaba todo el día
en pijama. Un pijama veraniego de tela fina que dejaba adivinar tímidamente su
silueta y el contorno de sus redondos pezones. Le gustaba mirarse al espejo
cuando lo llevaba puesto. Discreto, sensual, alado.
El sudor se le adhería a la piel
formando una fina película, tibia y deslizante. La cultivaba desde hacía meses
de forma tan natural como entregada. La abonaba de sueños, la regaba con
lágrimas de esperanza, la aireaba al frescor matutino y al candor del
atardecer.
Estaba sola. Y la sangre bullía más que fluir.
Le irrigaba de la piel a las entrañas, le aguzaba el sentido y le quitaba el aliento.
Deseaba compartirlo fervorosamente, mudar la piel, alentar fantasías, entregar
ese tesoro incandescente en un instante voraz.
Pensó en llamarlo. Por una vez. Después
de tanto tiempo. Tal vez hoy… y si… ¡quién sabe!… podría ser ese instante, ese
que nunca llegaba… tal vez para él también… por una sola vez.
Pensó en pender del hilo
telefónico, en agarrar su voz al disimulo, frivolizar el ardor de su deseo (“si no tienes nada mejor que hacer”)… pensó
en el sobresalto del estridente timbre del portal, el refilón del espejo… y descorchar
el pomo de la entrada, derramar la espuma ensortijada en sus cabellos…, una mirada coqueta y
juguetona, traqueteo de sí-noes y banalidades bienintencionadas,
acompasadas, pendulares, directas al estoque… pensó en inquirir, silenciar,
negar, sugerir, perorar, ablandar, provocar, desbordar holguras… y abrirse
paso, por el camino de savia salivante, al interior de su gruta, y colgar un
candil de sus tinieblas, y dejarse hacer, a la luz de la vida desbocada y sin ambages.
Y gritar al vacío de su Ombligo. Y escupir al amor.
Al volver en sí, se descubrió
armada de lienzo y pluma. Exhaló un suspiro. Recordó esa frase del poeta que le
había golpeado hacía unos días: “En
ocasiones, mi universo literario es mucho más rico, más puro, más íntimo que mi
mundo real”.
Por una vez, se alegró de sólo haber
pensado.
Si lo hubiera hecho no lo habría
escrito.
Ni habría sucedido como lo
escribió.
lunes, 18 de junio de 2012
Refugiados
Parece que este libro nos anda leyendo los pensamientos... resume así la conversación de esta noche:
"Somos refugados que hemos cruzado la frontera para buscar asilo en una ciudad ajena, y luego en otra, y en otra más, hasta que descubrimos que no hay ciudades propias pobladas por sus propios moradores sino solo ciudades ajenas cuyos habitantes son todos fugitivos llegados a ellas en busca de refugio".
"El cazador de instantes". Rafael Argullol.
Creo que es lo que me hubiera gustado decir.
Un beso y buenas noches.
"Somos refugados que hemos cruzado la frontera para buscar asilo en una ciudad ajena, y luego en otra, y en otra más, hasta que descubrimos que no hay ciudades propias pobladas por sus propios moradores sino solo ciudades ajenas cuyos habitantes son todos fugitivos llegados a ellas en busca de refugio".
"El cazador de instantes". Rafael Argullol.
Creo que es lo que me hubiera gustado decir.
Un beso y buenas noches.
jueves, 14 de junio de 2012
Rescate
Quiero entrar en esta casa sin puertas ni ventanas en la que estoy recluido. Necesito rescatarme.
"El cazador de instantes". Rafael Argullol 1995.
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