jueves, 29 de noviembre de 2012

Preguntas huérfanas y respuestas náufragas



Cada noche ese bendito fardo de preguntas en la mesa de mi escritorio.

¡En buena hora me presté a echarle una mano al cartero el día que lo encontré resplando en el rellano!

"¿Qué le ocurre, buen hombre?"

"No puedo más. En los últimos meses se me han multiplicado los repartos y no solo no me han puesto un ayudante sino que me amplian el horario... ¡y me bajan el sueldo! Y ya no lo doy. Es que no lo doy. Hasta que no acabe la faena no me puedo marchar. Ya no como, no duermo, me estoy quedando en los huesos. Y mira que trago con las multas, con los recibos, con las notificaciones, con los giros, con los cheques, incluso con la propaganda. ¡Pero no puedo con las preguntas!, cada día son más, de mayor urgencia, la mayoría devueltas por ausencia, desconocimiento, rehúso, dirección incorrecta o defunción del destinatario. Esto ya no hay quien lo aguante, ¡no hay quien lo aguante!, !yo me declaro en huelga y al carajo con la correspondencia!"

"No, por Dios, buen hombre, usted tiene una labor muy importante. Ande no se preocupe, déjeme que yo le ayude con las preguntas, que seguro no será para tanto".


¡En buena hora!


Como soy mujer de palabra he convertido mi sien en refugio de huérfanas incógnitas.Todas las noches encuentro reposando en mi escritorio un buen fardo de ellas atadas con cordel y nudo marinero. Las desenvuelvo, una a una, las mastico y las digiero. Son de un amplísimo espectro: inquirientes, sencillas, sofisticadas, taladrantes, sosegadas, angustiosas.

Tras un minucioso análisis, dedico el mayor tiempo posible a buscar destinatarios.

Pregunto a mis padres por las relaciones paternofiliales.

Pregunto a economistas por el devenir de nuestro sistema financiero.

Pregunto a mi profe por la educación.

Pregunto a mi jefe por el trabajo.

Pregunto a médicos por la Salud.

A sociólogos por lo social.

A agrícolas por lo agrario.

A ricos por el dinero.

A pobres por el sustento.

A ingenieros por la  Estructura.

A artistas por la Forma.

A teólogos por Dios.

A amantes por el Amor.



Las preguntas son demandantes, como niños perdidos buscando a su madre. Se oyen cada vez con más fuerza. Chillan, imploran, inundan las calles.





Mas creo que las respuestas emigraron hace ya bastante tiempo, quizá en barco de vapor, quizá en patera, cabizbajas y silenciosas, pañuelo blanco en mano y lágrimas en los ojos, pues nadie las fue a despedir.


Y aquí nos tenéis, herederos sin tierra, pancarta en mano y cuchillo en la garganta, ciudadanos de un mundo de preguntas huérfanas y respuestas náufragas.