domingo, 6 de noviembre de 2011

SOS desde el centro de la tierra

Clavada.
Abochornada.
Des configurada.
Encadenada al magma universal.
Callada como el féretro de un mártir.
Desorbitada.
Inconexa.

¡Quítenme este esparadrapo de la glotis!
Quiero, quiero, quiero
y no me dejan.
Necesito sacudirme los fantasmas.
Azuzarme los sesos.
Soledad a cuchilladas.
Nidos de musarañas.
Un grito ensordecedor.
¡Y a volar!

Soy intrusa en mí…
Soy un fardo  de hojas secas, de aquella Laura,
¿qué queda?
Un fardo de hojas secas
a la espera
de una implacable  ráfaga de tiempo.
Despilfarro de sequedad de las hojas de un árbol mutilado.
Savia podrida aguardando una erupción
Ilusoria.
Siempre lo han dicho.
Soy
Implosiva.

Quiero, quiero, quiero,
y no me dejan.
No basta una mudanza,
cuatro cajas de cartón mal apiladas
y un baúl desvencijado de recuerdos.
No basta.

Estos fantasmas intrusos
se han anudado a mi sexo y a mi visceromegalia.
¡Malditos polizones rasga-entrañas!
Necesito sacudirme estos fantasmas
de un plumazo.
Inspirar profundamente,
exhalar miedos, angustias, tempestades,
¡y a volar!

Siempre lo he dicho,
soy una “intro-metida”.
Más bien. Sí.

Una invaginación.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Un poco de Sentir Común


Tras la clase de hoy, un aluvión de ideas, sensaciones y contradicciones. Estoy recobrando la ilusión por el saber y la fe en las ideas. Salgo ebuyendo, con un esbozo agridulce recorriéndome las entrañas. Para culminar la jornada, “18 días”, la más abrupta e incandescente erupción de sangre y vida en plena plaza Tahir.

¡Menudo bombardeo intelectual! De Marx a Ratzinger, del cosmos a la célula. ¿Cómo centrarse en Salud con un mundo tan inter-relaci-condicionado? Al mismo tiempo que bebo mi té inglés, trago bolitas de cuscús y escribo en mi computador yanki con teclado “Made in China”, en mi país sube el paro, caen las bolsas, los terroristas abandonan las armas y cambiamos de color en los fondos de pancarta. Más allá, no tan lejos, asesinan en hospitales, linchan a dictadores, se inundan escuelas, se secan los pastos, se reparten en pocas manos sucias porciones de esfera terrestre, y nos dan las migajas de Oriente a Occidente para hacernos sentir un poquito más culpables.

Este mundo convulso ya no nos es ajeno, lo comemos a bocados a la hora de la merienda, nos impregna los poros sin poder evitarlo. Y sí, posiblemente he llegado a zamparme con desgana y vomitar con remordimiento en esta tarde lluviosa a unos cuantos somalíes que estaban pasando hambre.
Me pregunto cuál es el sentido de este conglomerado absurdo y contradictorio en el que se ha convertido nuestro adorado planeta. ¿Cuál es el sentido?,¿qué sentido tiene?, ¡qué sentido tiene!...Ahí está.

Ahí está la clave. Creo que ese es precisamente el germen de nuestra crisis a escala global. El hombre condenado a vagar hasta el fin de sus dias en busca de sentido.  Hoy busqué el sentido al hecho de que unos dígitos puedan analizarse de tal manera que concluyan que las desigualdades nunca han existido, el mismo sentido que el niño que intenta saciar  su sed con los orines de un asno,  el sentido que busca la vecina de arriba al fondo de su caja de imagen y sonido, el obrero cansado y renqueante, trabajando a destajo, el crupier bajando, el picador picando, el broker tras una bolsa vacia cayendo en picado, el empresario en su piscina de dólares. Lo que subyace a nuestra perpertua ignorancia, nuestro profundo egoísmo y nuestra anulación sensorial es una patológica, obsesiva e infructuosa búsqueda de sentido.
Analizado desde un punto de vista más global, desde el momento mismo de la socialización… del subconsciente colectivo… aflora el sentido… ¡común! El súmmum, pleno apogeo de la civilización: racionalización a nivel colectivo, la más sutil y arrasadora privación de pureza, la razón impositora de unos pocos cerebros pensantes sobre el pueblo llano. Amputadora de sueños, sentimientos y libertades, empuja lo inconsciente con una fuerza sobrehumana. Así, nos trasladamos de la búsqueda de sentido individual a la expedición empós del sentido colectivo… pudiendo realizar una aproximacion sofista, marxista leninista, fascista, feminista, anarquista, teocentrista o nihilista… creando sociedades primarias, secundarias o terciarias; estipendiarias, proletarias o precarias.
Hay algo aquí que no está bien. Yo, como la mayoria de los seres que poblamos este planeta, he pasado la vida entera en busca de sentido. Y esa búsqueda, inherente e incoherente, constituye el mayor esperpento pero el mejor reflejo de mi sociedad, de ayer y de hoy. Me ha llevado a acabar, como tantos y tantos a lo largo de los siglos, encadenada por la religión, encorsetada por el sistema educativo, comprada con dinero, manipulada por los medios, disfrazada de sueños imposibles, vapuleada por la historia, fascinada por la ciencia, cegada por la opulencia, asolada por el hambre e incluso ahogada por los vómitos. ¡Qué paradoja! He pasado la práctica totalidad de mi existencia completamente desorientada...y menos mal que acabe perdiendo el Norte al encontrar el Sur.
Sin embargo, cuando analizo las grandes decisiones tomadas a lo largo esta mi corta vida (como la de dedicarme al campo de la Salud Pública, por ejemplo), advierto que estas no han tenido Sentido, sino Sentir.
¿A qué nos conduce pues el menos común de los sentidos? A una recodo inexpugnable.

Por tanto, abogo por dar un salto del Sentido Común al Sentir Común. El Sentir Común que arrasó el Oriente en plena Primavera, el Sentir Común que irradió Sol de Tokio a Nueva York  a comienzos de Otoño, el Sentir Común de los integrantes de un grupo ilusionado, más  efervescente fuera de las aulas que dentro de las mismas. Tal vez deberíamos perseguir mas grillos y menos factores de impacto, salir a la calle, tocarnos, entrometernos, entrar en las esculelas, en los barrios e incluso en los cementerios. Arrasarlo todo con el fuego del alma, con hechos tangibles, con vida desnuda.
Tal vez sea eso lo que nos falta. Mondo y lirondo,  intrínseco y global. Un poco más de Sentir Común.

Trasm....

Todo se trasmuta.
Carne de soja.
Dientes de ajo.
Sangre de kétchup.
Bilis de Coca Cola.
Baba de caracol.
Lágrimas de Agua Bendita.

Ante este té humeante, me pregunto
si no estaré bebiendo mis orines.